domingo, 28 de noviembre de 2010

Robinsón Crusoe, de Daniel Defoe


El año pasado leí por primera vez entera esta novela porque la eligieron mis alumnos como lectura obligatoria. Me produjo sensaciones contradictorias. Por el lado bueno, constituía una novela de aventuras entretenida y verosímil y, por el lado malo, un sermón religioso muy alejado de las versiones más ágiles y resumidas de mi infancia. Mientras el protagonista anotaba cuidadosamente en dos columnas el debe y el haber, yo iba haciéndome el esquema mental de razones para leerla y no leerla en la actualidad. Me llamó la atención, sobre todo, la ausencia del sentido del humor y las escasas referencias a las miserias físicas que en todo ese tiempo (¡28 años!) le tenían que ocurrir al protagonista. También me sorprendió la rápida narración de su paseo por España a la vuelta a Inglaterra.
Sin embargo, desde la perspectiva histórica, la novela constituye la epopeya del siglo XVIII, las aventuras de un hombre solitario que combate la naturaleza con la razón, aunque no se adapte en ningún momento a las circunstancias. Robinsón es el perfecto pionero, representante de una especie civilizada que conquista el mundo confiando en la providencia divina. Aún hoy, gracias a adaptaciones más aventureras y emocionantes, su imagen sigue viva en el inconsciente colectivo de nuestra cultura.
La narración está presidida por el destino, como en las tragedias griegas, pero con una resonancia simbólica cristiana que eliminan cualquier invitación a subordinar la vida al azar y al absurdo. Al caer en la tentación de probar la vida libre y vagabunda, lejos del mundo burgués, Robinsón Crusoe es expulsado de la familia, de la sociedad, de la civilización. La estancia en la isla supone su redención moral, una oportunidad para ganar el perdón, porque ha desoído a su padre y ha sido castigado. La obra, inspirada en un hecho real, supone una alegoría de la existencia y una recreación del proceso evolutivo de la humanidad: lucha con un medio hostil, dedicación a la caza, la agricultura y el pastoreo (incluso creará excedentes), culto a la divinidad, problemas de la convivencia y el colonialismo. Robinsón representa al hombre moderno, enérgico y solitario.
Robinsón Crusoe es un elogio a la razón, en los tiempos en que aún la razón no ha producido monstruos y se confía en ella con una fe que hoy nos conmueve por su clara inocencia. El relato, contado con la exactitud, a veces exasperante, y la sobriedad de una crónica, nos va describiendo todos los objetos que Robinsón va rescatando del buque varado sin los cuales no hubiese podido sobrevivir: el arca del carpintero, las escopetas, los mosquetes, los frascos de pólvora, los cuchillos, las hachas, los barriles de galletas y las pipas de ron. Solo aparece la sensualidad del dinero y de las mercancías y de los réditos, que tanto contribuyen a hacer más seguro y prosaico un mundo inequívocamente burgués: libras esterlinas, onzas de oro en polvo, duros portugueses, doblones, piezas de a ocho, cajas de azúcar, rollos de tabaco, colmillos de elefante, pieles de leopardo.
Robinson Crusoe, vestido de forma absurda y poco apropiada, es el padre del bricolaje: cazador, carpintero, alfarero, agricultor, ganadero, pescador, médico, arquitecto, panadero, sastre, peluquero, estratega... No hay oficio que le sea ajeno. Y descubre la necesidad de un Dios que lo proteja y le dé algún sentido a su vida. Administra el tiempo y sus provisiones trabajando continuamente, con un control férreo de su vida diaria, lleva la vida metódica de un burgués, capitalista y puritano. Y luego, cuando con el sudor de su frente ha conseguido convertir su isla poco menos que en un paraíso, un día descubre una huella en la playa que indica la irrupción amenazante del prójimo, ante el cual los peligros de la naturaleza son apenas un juego. Y se produce un cierto desencanto cuando aparece el buque que habrá de devolverlo a Inglaterra.

Para saber más:

Destaca el estupendo ensayo de Savater: Robinson o la soledad laboriosa en La infancia recuperada:
http://www.revistakatharsis.org/Savater_infancia_recuperada.pdfhttp://www.elpais.com/articulo/cultura/Adonde/has/venido/parar/elpepicul/20040118elpepicul_5/Tes
http://www.anayainfantilyjuvenil.com/catalogos/proyectos_lectura/IJ00098402_1.pdf
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Adonde/has/venido/parar/elpepicul/20040118elpepicul_5/Tes

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