El romanticismo
Literatura romántica POETAS ROMÁNTICOS Poema Kubla Khan de Samuel Taylor Coleridge View more presentations from catalinaluque.
Poemas_Keats
A UNA URNA GRIEGA (versión de Julio Cortázar)
Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?
Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no para los sentidos,sino más exquisitas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas.
Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!
¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.
¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su calma ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.
¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta.
La película Bright Star (2009) de Jane Champion narra la relación secreta entre el joven poeta inglés de 23 años, John Keats (Ben Whishaw), y su vecina, Fanny Brawne (Abbie Cornish), una extrovertida y elegante estudiante. La atípica pareja empieza mal, él viéndola a ella como una frívola impertinente, y ella en absoluto impresionada no sólo por su poesía, sino por la literatura en general. Sin embargo, cuando Fanny descubre que Keats está cuidando de su hermano menor, gravemente enfermo, se ve conmovida y le pide entonces que le enseñe cosas sobre la poesía, a lo que él accede. La poesía se convierte así en un remedio romántico que funciona no sólo para resolver sus diferencias, sino como combustible de un apasionado romance. Cuando la alarmada madre de Fanny y la mejor amiga de Keats descubren la relación, ésta ya es imparable. Intensamente y sin remedio, absortos el uno en el otro, los jóvenes amantes se ven llevados por poderosas y nuevas sensaciones. "Me siento como si nos estuviéramos disolviendo", le escribió Keats. Juntos cabalgaron entonces en una ola de obsesión romántica que no hizo sino fortalecerse a medida que sus problemas crecían.
Para saber más:
http://lituuniversal.blogspot.com/2010/02/john-keats-oda-una-urna-griega-atica.html
http://ea.eol.org.ar/03/es/textos/txt/pdf/ruisenor_keats.pdf
http://hum.unne.edu.ar/revistas/postgrado/revista1/publica6.pdf
http://liu2c.blogspot.com/2011/01/comentario-de-kubla-khan.html
http://liu2c.blogspot.com/2011/01/comentario-de-oda-una-urna-griega-de.html
Un artículo de José Manuel de Prada sobre el tema (XLsemanal Del 15 al 21 de marzo de 2009):
LA FLOR DE COLERIDGELos antiguos aceptaban que los sueños eran una vía de comunicación con el mundo de ultratumba. Los héroes homéricos, cuando se acogían al benéfico descanso, recibían la visita de sus dioses tutelares, que les dictaban el signo de la batalla o el itinerario de sus odiseas. También los elegidos por Yavé poseían el don de recibir encomiendas a través de los sueños, o bien el de interpretar los presagios que esos sueños pudieran contener. Jorge Luis Borges llegó a afirmar que los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios; y, para demostrar este aserto, compiló un volumen en el que se resumía la evolución de este género, desde los sueños proféticos del Antiguo Oriente hasta los alegóricos de la Edad Media y los puramente lúdicos de Lewis Carroll y Franz Kafka. Entre los episodios más celebrados de `inspiración onírica´ de la literatura menciona el caso del poeta inglés Samuel Taylor Coleridge, autor del fragmento lírico Kublai Khan.
En el verano de 1797, retirado en una granja del confín de Exmoor, Coleridge se encuentra leyendo un mamotreto donde se refiere la edificación de un palacio por el emperador Kublai Khan. Para conciliar el escurridizo y renuente sueño, Coleridge se administra un hipnótico; inmediatamente, la semilla de la lectura germina, y Coleridge concibe oníricamente un poema de unos trescientos versos que, nada más despertar, se dispone a trasladar al papel. Cuando se halla inmerso en esta tarea casi automática, recibe la visita de un amigo, a quien necesariamente tiene que atender, abandonando la escritura de ese dictado procedente de las brumas del sueño. Al intentar reanudar su labor, una vez concluido el engorro social, Coleridge descubre, «con no pequeña sorpresa y mortificación, que si bien retenía de un modo vago la forma general de la visión, todo lo demás, salvo unas ocho o diez líneas sueltas, había desaparecido como las imágenes en la superficie de un río en el que se arroja una piedra». El poeta desistió de completar su poema, que hoy nos sigue inquiriendo con su fragmentaria música, capaz de erigir sobre la nada un palacio.
A esta reverberación o sombra que los sueños arrojan en nuestra vida, a este escalofrío efímero, a este espejismo voluptuoso que, por unos instantes o unos minutos, se prolonga en nuestra vigilia, se refiere también Coleridge cuando, en otro pasaje de su obra, nos desconcierta con esta perplejidad: «Si un hombre atravesara el paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que había estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces, qué?». A esta pregunta desasosegante e irresoluble, no tan inverosímil como sugiere una lectura superficial, intenta ofrecer respuesta Julio Cortázar en muchos de sus cuentos, cúspides del género fantástico, donde realidad y vigilia interfieren entre sí, colonizando el ámbito adverso, hasta llegar a crear atmósferas desquiciadas y confusas, donde el onirismo es una forma de locura, y viceversa. En uno de estos cuentos perdurables y perturbadores, titulado Ahí, pero dónde, cómo, Cortázar nos propone una historia enaltecida de cotidiano espanto, en la que un hombre recién levantado y despejado ya de las últimas hilachas del sueño, siente con una mezcla de zozobra y sobrecogida certeza que la persona fallecida con la que acaba de soñar sigue viva, no sólo en el extinto sueño que ya sólo recuerda a retazos, sino también en la vigilia, en la que misteriosamente se ha infiltrado, para no desaparecer nunca.
No creo aludir a una experiencia puramente personal si me refiero a esta contaminación o eco que los sueños proyectan sobre nuestra vida. Todo lo que hacemos durante el día, todas nuestras aprensiones y recelos, todos nuestros entusiasmos y efervescencias están secretamente dictados por la índole del sueño que hemos concebido la noche anterior. Este reinado de la noche y el sueño, que nos inspira el talante del día, suele pasarnos desapercibido, pero a veces se asoma, en forma de reminiscencia más o menos nítida, en nuestros actos cotidianos, embargándonos de espanto o siquiera de un resquemor que tarda en disiparse. ¿Quién no ha pensado alguna vez, como el personaje de Cortázar, que tal o cual pariente o amigo sigue vivo, y de forma casi refleja no se ha dirigido al teléfono, para mantener una conversación imposible con él? ¿Quién no se ha traído de alguno de sus sueños la flor del Paraíso de Coleridge?
Hola profe, soy María de 2ºC , aquí te dejo el link del relato con el que quedé 3ª en el V Concurso de Relato Breve "José Luis Gallego" 2010:
ResponderEliminarhttp://tallerdeescrituraplumaytintero.blogspot.com/2010/05/v-concurso-de-relato-breve-jose-luis_9555.html