jueves, 15 de mayo de 2014

Y entonces lo supe, Concurso de redacción

Este año el concurso de redacción de El Día del Libro comenzaba así: Y entonces lo supe. Incluimos en este espacio a los ganadores, uno por cada nivel. Los premios se darán el día de las notas en el salón de actos. También podéis subir las redacciones que no han sido premiadas.

El relato ganador de 1º ESO


Veinte euros


Y entonces lo supe, por fin, después de catorce años, averigüé quién asesinó a sangre fría a mi amado padre. Os contaré lo que pasó.
Era una noche de abril. Fui con mi padre al estadio de mi equipo. Fue uno de los mejores y más bonitos momentos que recuerdo haber pasado con él. Nuestro equipo ganó. Volvíamos a casa en el coche cantando con alegría el himno de nuestro equipo. Pasábamos por una calle no iluminada, entonces el coche se paró en seco. Temblando por dentro, pero haciéndome el duro por fuera le pregunté a mi padre qué había pasado. Me dijo que nada, solo se había quedado sin gasolina. Me dijo que me quedase en el coche, que se iba a acercar a una gasolinera que habíamos pasado hacía dos minutos. Sacó dos bidones de cinco litros, cogió veinte euros de su cartera y se fue andando con un bidón en cada mano y el billete de veinte sobresaliendo del bolsillo izquierdo trasero de su pantalón. Dobló la esquina hacia la izquierda y esa fue la última vez que le vi con vida. Aproximadamente cinco minutos más tarde oí las sirenas de dos coches de policía y de una ambulancia. Desde el asiento trasero, vi por la ventana de atrás como pasaban los tres vehículos fugazmente de derecha a izquierda. Salí del coche y recorrí a pie el mismo camino que le vi hacer a mi padre cuando se marchó. Vi que estaban todos parados en la gasolinera. Me acerqué corriendo, imaginándome lo peor. Cuando llegué, la policía había acordonado la zona. Desde detrás vi un cuerpo de un hombre de mediana edad tirado en el suelo sin moverse. No le vi la cara, pero vi dos bidones de gasolina de cinco litros, uno a cada lado, uno lleno y otro por la mitad. No necesité más cosas  para que mi cerebro se volviese loco, y no razonase los actos que iba a hacer. Levanté el cordel y corrí a ver la cara de aquel hombre. Nada más vérsela me eché a llorar. Dos policías me agarraron y me sacaron fuera del área restringida. Quería decirles que era mi padre, y si me podía quedar dentro, pero no podía vocalizar. Desde detrás vi que los de la ambulancia subían el cadáver de mi padre a una camilla, le metían en una bolsa negra y después en la ambulancia. Entró un enfermero por cada puerta y se marcharon. La gente se fue, y de repente me quedé solo, en una noche oscura y fría. Aquella noche pasé de un momento muy feliz a otro muy triste.
A día de hoy tengo veinticinco años, estoy casado con una mujer maravillosa. Soy feliz, aunque no puedo olvidarme de lo que pasó aquella noche. Durante toda mi vida he estado solo. Las únicas personas con las que he hablado informalmente son mi mujer y mi madre, pero mi madre tiene depresión y no quiere saber nada sobre nada. Hace dos semanas conocí a un hombre. Me pareció simpático, un hombre normal, me conto que era policía. Le conté lo que me pasó con once años. Dijo que si quería, me podía ayudar a averiguar quién lo hizo. Me negué. Aquella noche, cuando me fui a la cama, tuve una pesadilla. Estaba yo con once años, en la calle y el suelo estaba repleto de cadáveres, cadáveres de mi padre. A la mañana siguiente, llamé a aquel hombre que conocí. Acordé en investigar lo de mi padre con él. Al día siguiente, quedamos para comer. Me trajo todas las pruebas: fotos, objetos del sospechoso …  Me comentó que murió por los disparos en el pecho. Me fijé en las fotos de su cuerpo, no tenía el billete de veinte. Le pregunté si lo encontraron, pero me dijo que no. Le pregunté de nuevo si existía la posibilidad de que ya hubiese pagado por la gasolina. Dijo que el dependiente le comentó que no llegó a entrar. Pregunté sobre las huellas y me dijo que eran de un vulgar camello de la zona, pero aun así nunca hubo pruebas concluyentes. Le hablé de visitar al camello y aceptó con la condición de no decir nada a la policía. Por la tarde, llegamos a la puerta de la casa, era antigua, con grietas en las paredes y la puerta de madera estaba siendo devorada por termitas. Llamamos a la puerta, nos abrió un señor mayor. Le preguntamos quién era. Contestó y mi amigo dijo en bajo para mí: “es él”. Nos invitó a pasar. A pesar de lo que fue, era un hombre encantador. Mi amigo me dijo que le distrajese mientras él iba a buscar la pistola. Después de media hora salimos de la casa, le pregunté por la pistola y me dijo que la tenía. El arma era del mismo calibre y se comprobó que las dos balas fueron disparadas desde esa pistola. Al final, mi amigo lo contó en comisaría y fueron a buscar al anciano. Cuando se lo llevaban esposado, le miré a la cara y le pregunté por qué lo había hecho. Me soltó un rollo sobre su adolescencia, momentos difíciles, malas compañías. En el fondo, solo fue un atraco que salió mal. Mataron a mi padre, sólo por veinte euros.


Miguel Rodriguez de Rojas 


El relato ganador de 2º de la ESO


23 de Abril
DÍA DEL LIBRO

Y entonces lo supe, supe que allí estaba, lo que tanto había buscado, aquella emoción que me producía una alteración y un gran nerviosismo. No sabía qué hacer, qué decir, qué sentir… Solo sabía que había encontrado aquel momento y aquel lugar exacto que conseguían llevarme a esa sensación que solo sentía de pequeño, era lo mismo que un viaje en el tiempo. Era como recordar mi infancia, como revivir algo muerto, desolado y penumbroso que había en mi interior, y aquella sensación era como la luz que lo iluminaba. Pero aquella sensación duró poco, y fue como volver otra vez a mi mundo, aquel mundo que había en mi cabeza y que me agotaba, sin darme ningún respiro. Después, pensé qué habría hecho para conseguir eso que tanto buscaba. Recordé ese momento, y me di cuenta. ¡Era un… libro! Un libro, nada más y nada menos que un libro, un objeto tan valioso que tiene la capacidad de entrar en nuestra mente y enseñarnos cosas nuevas y de alterar nuestra realidad con una total seguridad. Entonces pensé, lo primero que debía hacer era buscar libros y enseñarlos a todo el mundo, y regalarlos. Podría hacer que todo el mundo sintiera lo que yo en ese momento, podría hacer que todos valoraran aquel amigo que puede llegar a ser un libro. Un libro es algo único, es oro pintado en las hojas, son plata las hojas y es bronce el exterior. Yo conseguiría que todo el mundo descubriese aquello que tanto yo valoraba. Y que mejor manera de hacerlo que escribiendo esta historia…


Jesús Carballo Arribas 


El relato ganador de 3º de la ESO


Pensamientos y reflexiones

Y entonces lo supe, supe que tenía que actuar. Supe que ellos me necesitaban. Supe que todo dependía de mis habilidades, pero ¿a quién salvar?

Una de las personas era Andrea. La conocí cuando solo tenía dieciséis años. Y tan solo tardamos un año para estar juntos. Ahora que pasaron cuatro años seguimos igual; la amo y, tal vez, es el amor de mi vida. Tan solo con pensar en sus ojos verdes o su pelo castaño notaba como algo dentro de mí se movía. Muchos lo llaman “mariposas”, pero para mí eran como una manada de elefantes en estampida. Sin duda, era “mi vida”.

El segundo de los tres era Daniel, mi amigo de infancia, mi mejor amigo. Daniel, o Dani para mí, fue la persona que más me ayudó durante toda mi vida, un pilar clave para sostener mi vida, para que no caiga y se rompa en mil pedazos. Sin duda, le necesito, pero ¿de verdad vale la pena perder tanto?

El último de los tres era mi hermano, mi hermano Sandro. ¿Qué decir de un hermano? Ha estado toda mi vida a mi lado. Es cierto que como todos los hermanos tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero al fin y al cabo es mi hermano, parte de mi sangre. ¿Cómo dejar a alguien de tu familia morir delante tuya? No podría  soportarlo…

Así que ahí estaba yo, tomando la decisión más importante de mi vida, mientras una voz decía: “Una persona debe perder su vida, tú eliges quién.” Los tres estaban sobre una plataforma, debajo de estas solo una caída en la que no alcanzaba a ver el fondo. Había tres botones, cada uno accionaba una trampilla. Pensé en salvar a mi hermano sin duda; pero aquí estaba la duda, ¿qué trampilla seleccionar? ¿Amistad o amor? Dicen que un amigo es para toda la vida, pero ella es mi vida. En mi cabeza solo volaban pensamientos y recuerdos. Sudor frío y las piernas me temblaban. No se puede comparar con nada. Y entonces fue cuando tomé la decisión. Me acerqué al borde de aquel pozo, sin atreverme a dirigir una palabra a nadie, ni si quiera una mirada. Tan solo me puse de espaldas a aquel enorme agujero. Tenía un plan. Quizás fue el camino fácil, pero me dio igual, tras mucho meditar me dejé caer de espaldas. Mientras caía vi  como aquel gran agujero se cerraba, mi plan salió bien. La voz pedía una vida, y total ¿para qué dar la de otro? Sin ellos mi vida estaría vacía.

Áxel Cobo Jiménez 3ºB.

El  El relato ganador de 4º de la ESO

En el cielo hay pista de atletismo

Y entonces lo supe, era mi último suspiro. Noto como la vida se escapa entre mis dedos. Quiero decir algo. Despedirme como en las películas cuando dicen una frase ingeniosa que luego pasa a la historia. Nunca fui muy ingenioso. Lo único que se me daba bien era el atletismo, pero luego me quitaron el tumor y con él la pierna. Correr. Si hay algo ahí arriba espero que Dios (o cualquier otra divinidad) piense en personas como yo y haya una pista de atletismo. Si no es mucho pedir, con vallas. En realidad con una nube inmensa por la que trotar me conformo. ¿Todo esto lo puedo pensar en mi último aliento? Pues o yo pienso muy rápido o es un aliento muy largo. Se me parte el alma al escuchar a mi madre sollozar a mi derecha. La pobre ha luchado más por sacar a la familia adelante que cualquier espartano. Oye, lo del alma no era literal, ahora que soy un espíritu espero que el alma me dure mucho. Hago un último esfuerzo para hablar, por mi madre. Nunca me han gustado las despedidas, pero solo porque sabía que no eran definitivas. Respiro con fuerza (que más quisiera Dark Vader) y susurro: “No os preocupéis, en el cielo hay pista de atletismo”. Creo que el aliento ya se acaba. Vosotros no os preocupéis tampoco, voy a conocer a John Lennon y a Kurt Cobain.


Erica Calvo Sánchez
El relato ganador de 1º de Bachillerato 


LA TENTACIÓN

Y entonces lo supe. Cuando volví a ver  su reflejo en la cristalera, me entró un escalofrío por el cuerpo, las manos me sudaron y la boca se me secó. Era lo que ansié y deseé tanto. Toda mi vida esperando este momento,  noche tras noche, soñando con tenerla entre mis brazos, abrazarla y olerla; rebosar de placer con solo tener la oportunidad de tocarla y besarla; sentir dentro de mí su frescura y su dulzura.
Todos los días, al venir del gimnasio, la veía, estaba siempre colocada en el mismo rincón de la tienda, pero nunca me atrevía a entrar, pensaba que ella no sería para mí, que no me convenía y era mejor que lo dejara pasar. Cada vez que pasaba por delante del escaparate, sentía algo en el estómago, una sensación de necesidad. Yo era fuerte, pero no creía que pudiera aguantar mucho tiempo. Sentía como si me mirara, como si me animara a entrar. Ella no era como las demás, era diferente. Me atraía su placer prohibido. Decidí no volver más por ese camino o me volvería loco.
Poco tiempo después, volví con unos amigos del gimnasio y, cuando quise darme cuenta, estaba otra vez delante de su tienda. Mis pupilas se dilataron y la tensión iba aumentando poco a poco. Ella me miraba como nunca antes lo había hecho y  no pude resistirme. Entré  y supe que no había sido un error y que me la merecía después de tanto esfuerzo. Esa gran palmera de chocolate de la pastelería de la Pepi, por fin, era mía y ya nadie me la podría arrebatar.

Sandra Sánchez, 1º B 

Supe que era una niña robada

Y entonces lo supe, era una niña robada. Desde ese instante no dejé de buscar a mis verdaderos padres.
Todos querréis saber como empezó esta historia, me lo imagino ¿no…?
Pues todo empezó un 23 de Marzo del 2014. Todo el mundo se comportaba normal, mi hermano con su tontería (acaba de comenzar la edad del pavo, hay que comprenderlo), yo con mis deberes… menos mis padres. Unas semanas antes mi hermano empezó a bromear que a lo mejor él era del butanero, y yo como siempre, le seguí la corriente. Yo decía que era robada (en broma), noté algo raro en el comportamiento de mis padres, no se dejaban de mirar con cara de sorprendidos y susurrándose yo qué sé qué al oído. Le dije a mi hermano que paráramos con esta bromita. Me hizo caso y pareció que mis padres volvieron a comportarse normal hasta ese día. Vinieron mis tíos, como de costumbre, y salió el tema de los niños robados; yo acababa de llegar de salir al parque con mis primas. Todo el mundo se calló y se me quedaron mirando con cara  de asombro, hubo un silencio absoluto que me asustó mucho hasta que lo rompió mi prima Nerea; para decir que si jugábamos a la wii. Los padres aceptaron y se fueron a charlar a mi habitación.
Desde ese día mis padres no querían hablar de casi ningún tema, solo del colegio y del instituto, me resultó muy raro hasta que me planté y les dije que quería hablar con ellos a solas, ellos asintieron con la cabeza.Todavía me acuerdo el día que hablamos, fue el 1 de Abril. Les dije que me dieran una razón convincente de a qué narices venía ese comportamiento tan raro, sobre todo con migo. Ellos me dijeron que no podían tener hijos porque “mi padre” era estéril. También me explicaron que mi hermano era un niño sin hogar fijo y sin padres por eso decidieron adoptarlo. Pero sin embargo yo fui una niña robada por la Hermana Maximiliana, y mis padres verdaderos eran una pareja muy joven. La chica se llamaba María y su marido Carlos. Hasta ahí me pudieron decir. Me quedé atónita, pero no me enfadé con ellos, porque me han  estado cuidando mis doce años de mi vida.
Entonces empecé a buscar a mis padres verdaderos. Espero encontrarlos y tener un feliz final.

Isabel Rodríguez, 1ºE

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