sábado, 22 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
La importancia de llamarse Ernesto como el abuelo
A mi sobrino Ernesto
García Rodes, joven suficientemente preparado que no encuentra trabajo
En mi pueblo, Villena, se tiene la costumbre de poner el
nombre de los abuelos a los nietos. El nombre se hereda como el apellido. De este modo, unos lazos invisibles se encargan
de unir aún más a dos generaciones
distantes en el tiempo. Los Cuéllar nos empeñamos en que a mi sobrino le
pusieran el nombre de su abuelo al que no conoció. Ernesto Rodes era todo un caballero, sacó adelante el negocio familiar de sondeos y le gustaba
disfrutar de la buena mesa y de las conversaciones amenas. Yo le llamaba mi
segundo padre y como tal me trataba. Mi
sobrino Ernest se parece a él en el carácter: tranquilo, reflexivo,
inteligente, amante de la buena ropa, con un gran sentido del humor y de la ironía;
aunque físicamente es igual que su padre que murió tempranamente de cáncer. Desde niño siempre le recordábamos la
importancia de llamarse Ernesto como el abuelo y de joven le citábamos la obra de Wilde como
parte de la argumentación, donde un personaje femenino, Gwendolen, afirma que el
nombre es irresistible: “Mi ideal ha sido amar a un hombre que se llamase
Ernesto. Hay en ese nombre algo que me inspira confianza”. Posteriormente él
mismo averiguó el verdadero sentido de la obra de teatro.
Oscar Wilde
estrenó en 1895 The importance of being Earnest. Earnest,
además de Ernesto, viene a significar «serio, formal». Wilde, jugando con la homonimia, traza el
contenido y el resumen de su drama justo en el título, que pretende ser una
crítica a la sociedad victoriana en la
que le tocó vivir, en la que la hipocresía y el aparentar se anteponen al ser
uno mismo; pero no a base de comentarios insulsos y ataques directos,
sino a partir de la sátira y el humor, presentes en sus mordaces diálogos, que
dan lugar a situaciones muy cómicas.
Ambientada en la época victoriana, trata de un hombre
llamado Mr. John Worthing, que inventa otra personalidad, Ernesto, con ella
pretende divertirse, evitar sus responsabilidades y conseguir aquello que
se propone. Mr. Algernon Moncrieff, es su íntimo amigo que también crea otra
personalidad ficticia: Bunbury, un amigo
enfermo que vive en el campo y que utiliza como excusa para evadirse de sus
obligaciones sociales. Éste último le presenta a su prima, que se enamora
rápidamente de John porque cree que está avocada a casarse con alguien que se
llame Ernesto. A partir de este momento se inicia un enredo amoroso, y las
mentiras y engaños se suceden de tal forma que algunas situaciones llegan hasta
el absurdo, hasta que finalmente las invenciones se van descubriendo.
En resumen, una sociedad donde para poder conseguir lo que
se quiere hay que saber guardar las
apariencias y las dobles vidas: “puesto
que Ernesto es un nombre serio y formal, por tanto, la persona debe de
serlo, inexcusablemente”.
Como dijo Pessoa: fingir es conocerse. Los libros nos enseñan mucho.
El apellido artístico del cantante Enrique Bunbury proviene de un personaje de La importancia de llamarse Ernesto, como él mismo ha confirmado en diversas entrevistas y en su biografía Lo demás es silencio, escrita por Pep Blay.
Como dijo Pessoa: fingir es conocerse. Los libros nos enseñan mucho.
El apellido artístico del cantante Enrique Bunbury proviene de un personaje de La importancia de llamarse Ernesto, como él mismo ha confirmado en diversas entrevistas y en su biografía Lo demás es silencio, escrita por Pep Blay.
Manual de literatura para caníbales y La Literatura explicada a los asnos
“Al fin y al cabo, la literatura no es más que un tipo
que está en su casa y se pone a escribir en pijama. Este individuo obstinado
escribe y escribe, sin parar, hasta que consigue terminar un libro. Después
otro sujeto lo imprime, otro lo distribuye y, al final del recorrido, siempre
aparece otro, también en su casa, que se pone a leer sin zapatos, con los pies
encima de la mesa. Esto es el fenómeno literario. Pare usted de contar. Tipos
cansados, con ojeras, que escriben en pijama. Mujeres adormiladas en un vagón
de tren. Hombres que se descalzan para leer más cómodos. Niños absortos en un
rincón del patio durante el recreo.”
Manual de literatura para caníbales (2006).
Esta entrada es para
recomendar a mis alumnos (espero que alguno me haga caso) la lectura de dos libros atípicos sobre literatura
española. El primero que ya tiene algunos años,
Manual de literatura para caníbales, es una historia novelada de
los dos últimos siglos; el segundo
recién salido de la imprenta, La Literatura explicada a los asnos ,
supone el punto de vista de un escritor sobre ciertos autores de la literatura española. Ambos manuales de divulgación nos acercan a este arte de una forma crítica,
novedosa y libre. Con ellos se aprende
al mismo tiempo que se disfruta. Mejor, sin ninguna duda, el primero.
Manual de literatura para caníbales
Rafael Reig, gran
admirador de García Márquez y de Cien años de soledad, toma como punto de partida la historia de la
familia Belinchón, marcada por la desgracia desde que un antepasado aprendiera
a leer y escribir, a principios del siglo XIX. Desde entonces les domina el
ansia caníbal por leer y escribir la obra maestra de su generación, pero al
mismo tiempo les da la oportunidad de conocer y frecuentar a los mejores
escritores de cada tiempo. Por los ojos del lector pasan los ornitorrincos
sublevados (los románticos), los pacientes paquidermos (los realistas), los
albatros a pie (los modernistas), las termitas y su estrategia (la generación
del 98) y otros tantos especímenes literarios que alcanzan hasta nuestros días.
Además, cada capítulo finaliza con algunos ejercicios prácticos para el
lector, unas lecturas recomendadas y
propuestas didácticas cargadas también de ironía. Para Reig novelistas y
poetas son siempre caníbales, porque «se devoran unos a otros» y porque «en
general, no leen los libros: se los comen». Más adelante dirá: «La Historia de
la Literatura no es más que un bestiario, un recuento de animales feroces que
se devoran unos a otros». Sólo así se explica que cada movimiento se
identifique con un animal.
El libro, subversivo, absurdo y malintencionado, está sazonado de jugosas anécdotas entre la ficción y la realidad. Se trata en realidad de una parodia de los manuales: bajo esa estructura cerrada se descubre una novela. Reig apenas deja títere con cabeza en el panorama literario, aunque los hay que salen mejor y peor parados. Se ensaña especialmente con Zorrilla, con Ortega y Gasset, con Azorín, con Camilo José Cela y con Javier Marías, escritores que aparecen llenos de envidia y de soberbia, dispuestos a conseguir el éxito a cualquier precio.
El libro, subversivo, absurdo y malintencionado, está sazonado de jugosas anécdotas entre la ficción y la realidad. Se trata en realidad de una parodia de los manuales: bajo esa estructura cerrada se descubre una novela. Reig apenas deja títere con cabeza en el panorama literario, aunque los hay que salen mejor y peor parados. Se ensaña especialmente con Zorrilla, con Ortega y Gasset, con Azorín, con Camilo José Cela y con Javier Marías, escritores que aparecen llenos de envidia y de soberbia, dispuestos a conseguir el éxito a cualquier precio.
La Literatura explicada a los asnos
La Literatura explicada a los asnos nace con la voluntad de difundir las
grandes obras de la literatura española, bajar a los clásicos del pedestal,
liberarlos del santuario y hacer ver al público que no son el coto exclusivo de
las ratas de biblioteca. José Ángel Mañas, conocido autor de Historias del
Kronen, se adentra en el terreno de
la literatura sin los prejuicios de un profesor pero con sus filias y sus
fobias (“bajo su punto de vista” como él
mismo afirma), con un lenguaje llano y
referentes próximos, para darle un repaso a los clásicos españoles y lograr despertar el interés del público más
joven. Como dato curioso al autor le gusta más El Lazarillo que El Quijote e
incluye el cine y el cómic.
El provocador titulo
se refiere a todo el mundo. Bertolt
Brecht tenía sobre su escritorio un borrico de madera con un cartel que decía
“Hasta yo lo debo entender”. Esta es la voluntad del libro: explicar la
literatura de tal manera que todo el mundo la pueda entender.
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